Todos los sistemas a marcha lenta en Brasil tras el fin del Mundial
La confianza empresarial se hundió a niveles nunca vistos desde la recesión en 2009 y las nóminas manufactureras se contrajeron por tercer mes consecutivo.
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Durante el mes que duró la Copa Mundial de Fútbol de Brasil, que concluyó el 13 de julio, la calle 25 de Marzo, un poco cuidado pero popular sector de tiendas en Sao Paulo, se convirtió en un caos amarillo y verde. Era difícil encontrar algo que no viniera en los colores nacionales de Brasil. Ahora, las banderas y las camisetas desaparecieron; y los bolsos baratos y las imitaciones de Calvin Klein están de vuelta. Katia Maurício, que maneja un puesto de camisetas y bandanas, está liquidando los últimos productos que le quedan con el tema del Mundial. Al negocio le fue bien, comentó. “Pero todo se derrumbará luego de las elecciones”.
Y ya se está encaminando en esa dirección. La confianza empresarial se ha hundido a niveles que no se habían visto desde la recesión global de 2009. La inflación en los productos cuyos precios son fijados por el mercado, y no el gobierno, está por sobre el 7%. Los economistas están ocupados reduciendo sus pronósticos de crecimiento para 2014 a 1% o menos. Los analistas en Morgan Stanley están viendo los ecos de otro 7 a 1, la goleada que le propinó Alemania a Brasil en la semifinal de la Copa. Las almas más sensibles de Goldman Sachs advierten sobre una “estanflación”.
En junio, las nóminas de manufacturas se contrajeron por tercer mes consecutivo, la primera vez que esto ocurre en media década; la capacidad utilizada, una medida que muestra cuánto de la industria de un país está ocupada, se ha desplomado (ver gráfico). Luego de tres años de crecimiento anémico “la industria finalmente ha tirado la toalla”, comentó Arthur Carvalho de Morgan Stanley.
La tasa de desempleo es baja. Pero con las perspectivas laborales apagándose, los consumidores, que han impulsado la economía en estos últimos años, se están volviendo más pesimista. El mes pasado, 11,4% estuvieron más de 30 días retrasados en los pagos de sus deudas, por sobre el 9% del año anterior. Las ventas minoristas han caído.
El declive en la confianza implica una grave amenaza para las opciones de un segundo período en el mando de la presidenta Dilma Rousseff, en las elecciones de octubre. En un esfuerzo para evitar que los votantes sientan el impacto, Rousseff ha relajado las políticas fiscales.
En mayo, el gasto público fue 16% más alto que el año anterior y lo ingresos 8% más bajos. Como resultado, Brasil registró su segundo mayor déficit mensual de presupuesto primario (es decir, antes del pago de intereses) en toda su historia. “Están tratando de encubrir el problema hasta después de las elecciones”, expresó Maurício.
Pero, si ese es el caso, no está funcionando. La ventaja de la presidenta en las encuestas se está reduciendo de manera sostenida.
Una encuesta publicada por la firma de investigación electoral Datafolha, el 17 de julio, reveló una ventaja de sólo cuatro puntos porcentuales para Rousseff en el evento de que vaya a una segunda vuelta contra el senador Aécio Neves, su principal desafiante. En febrero, superaba a Neves en segunda vuelta por 27 puntos.